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Fuente: http://itfa.org- Asociación Internacional de Forfaiting |
Por Diego Dumont, para LA NACION, 09/02/2017
( http://www.lanacion.com.ar/1982913-forfaiting-poder-financiar-es-poder-vender)
Juan, un exportador argentino, pretende colocar su
producto en el exterior, quiere cobrar lo antes posible para recuperar el
capital invertido y obtener su ganancia. De la misma forma, Pedro, el importador
extranjero, necesita plazo de pago prolongado para incorporar los productos
importados al proceso industrial (o comercial) evitando distraer valioso
capital de trabajo de antemano. Es un caso sumamente frecuente que puede
terminar con una venta frustrada.
Cuando las políticas de promoción a las
exportaciones no constituyen una cuestión de Estado, quedan más bien atadas de
manos a los vaivenes del contexto. Así ha sucedido en Argentina a pesar de tener
una Ley Nacional (23101), vigente desde hace más de 30 años, que ha sido
insuficientemente acompañada y enriquecida reglamentariamente.
¿Por qué Juan no podía con Pedro?. La carroza por delante.
Después de la crisis del 2001, con la creación
del Mercado Único y Libre de Cambios en 2002 (que no ha sido ni “único” ni “libre”), se obligó a los exportadores argentinos
a adelantar sus cobros al exterior a plazos preestablecidos según la mercadería, que se perpetuaron -con variaciones mínimas- aún en tiempos de mayor bonanza, llegando a un máximo de un año y tocando el mínimo ridículo 15 días corridos en la etapa final del Gobierno
anterior para graneles y sujetos vinculados. Si Juan quería financiar a Pedro, debía recurrir a fondos propios y a
practicar cierto arte esotérico para calzar las prefinanciaciones y post-financiaciones
de exportaciones a plazos cortos, con sus necesidades financieras, pero no podía ofrecer plazos importantes -aunque
quisiera- salvo excepciones que no vienen al caso. Esto
constituía una primer limitante al poder de venta argentino.
Sumado a esto, las líneas de financiación locales
y extranjeras suelen acotarse cuando asoman vacas flacas en el horizonte. La consentida
coexistencia de una dualidad cambiaria (blue/oficial), y las maltrechas
Reservas Internacionales se transformaron en el chaleco de fuerza auto-ajustado para
cualquier cambio posible. Y perdimos terreno. Y Juan perdía la venta
a Pedro, Pablo y Vilma.
Sucede, querido lector, que un país que tiene que
exportar –como el nuestro- (y “tiene” en negritas), porque su producción y
capacidades supera con holgura al consumo interno en varios rubros (y necesita
esos dólares para importar lo que no produce o produce insuficientemente en
cantidad o calidad), precisa condiciones apropiadas para competir. La
competitividad no pasa por una calificación mágica, sino más bien por una decisión política, y abarca
variables que van desde el desde el tipo de cambio competitivo, hasta
infraestructura, ausencia de “burrocracia” en las gestiones, reglas claras, conciencia
exportadora en el empresariado, acuerdos con socios comerciales para sortear
barreras técnicas y facilitar el intercambio, la no exportación de impuestos, y
entre seguramente muchas otras más,
precisamente la capacidad de financiar.
Juan necesitaba la carroza atrás del caballo y no
al revés. Así lo entienden en el mundo los países más exitosos en el comercio,
y sabiendo que los bancos privados no resuelven
todos los problemas del exportador, suelen crear las llamadas Agencias
de Crédito a la Exportación -públicas o mixtas- (ACE o ECA en inglés, por Export Credit Agencies)
enfocadas específicamente en la fuerza exportadora. A modo de ejemplo, los países
de la OCDE - “el club de los ricos” en el que Argentina quiere fichar- , tienen
una o más ACE para motorizar sus exportaciones. http://www.oecd.org/trade/xcred/eca.htm.
La carroza por detrás
Argentina no integra aún la OCDE pero tiene su
ACE: el Banco de Inversiones y Comercio Exterior. Con reciente la ampliación a 3650 días del plazo para
ingreso de divisas de todas las mercaderías de la nomenclatura (Resolución 47 E
de Secretaría de Comercio), y con un marco de tipo de cambio más estable, se
abrió la calle del Forfaiting, o Forfait como se conoce en francés, idioma del
que proviene. Una herramienta que permite a Juan financiar a Pedro hasta un plazo máximo de 10 años y a
Pedro pagar hasta dicho plazo. Juan cede al BICE (forfaiter) el derecho de cobro
del crédito de la exportación a Pedro, documentado con una letra
de cambio aceptada por Pedro, un pagaré emitido por Pedro, Carta de Crédito,
etc.. Luego Juan cobra el total, deducidas las comisiones y gastos bancarios.
La operatoria
puede incluir -y de hecho en la línea del BICE sucede- la presentación de una
garantía que lo satisfaga, porque una vez aceptada la operación, Juan se
desentiende de riesgos políticos y de transferencias. Era muy necesario para una Argentina que busca hacer despegar sus exportaciones y estar "en talla" para el comercio, un instrumento de esta importancia, al que la propia Cámara de Comercio Internacional de París dedicó especial atención para facilitar la operatoria, con las reglas de uso voluntario URF 800 (2013).
Aquí la ficha de la línea de Forfaiting ofrecida por el BICE. Nos vemos.
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