Por Diego Dumont - Para Puerto Negocios y AAACI
Las importaciones nacionales cayeron 7,7%
en el primer semestre (aumento de 6% en cantidad y caída del 13% en precios).
Tenemos 1400 millones de superávit comercial en lo que va del año. Sin
embargo, aun se escuchan voces en pos del proteccionismo. ¿Proteccionismo
sí o proteccionismo no?, esa es la cuestión.
El caso de Carlos
Si a Carlos, que es vendedor de café
en una oficina pública, le instalan una máquina expendedora en el medio del
salón, que además de café ofrece capuchino y té, con una ficha a mitad de
precio, no le va a gustar ni medio. Si pudiera convencer al director de la
oficina para que se lleve la máquina a la luna, lo haría. El costo para los
trabajadores de la oficina en ese caso sería pagar más caro el café
y Carlos podría seguir trabajando tal cual lo venía haciendo y mirar la luna le
sería reconfortante. Pero si no pudiera convencer al director, tendría
que competir con la máquina (mejorar el precio, ofrecer chocolate,
etc.), ó cambiar de oficina.
Desde el punto de vista social todos
estamos con Carlos. ¡Que levante la mano quién no quiere verlo trabajar!.
¿Quién no pagaría más caro el café para darle una mano?. Pero los países
no funcionan así. Se vende pero también se compra, y corresponde al Estado la
difícil tarea de decidir en donde se le mete la traba al vecino. Y en esas
decisiones, un criterio razonable es la representatividad del problema.
Si el plan del Gobierno fuese llenar de máquinas expendedoras todas las
oficinas públicas y hubiera un número representativo de vendedores
en edificios públicos, probablemente Carlos y sus compañeros llegarían a
un acuerdo para frenar el plan.
Si traspolamos esto a un país, tendríamos
que fabricar las máquinas, o ensamblarlas o después de reorganizar el sector,
permitir el ingreso. Notar que si nos quedamos en el proteccionismo, nos
quedamos en el termo y no conocemos la máquina y hay menos café para todos. En
otras palabras, te estancás, y la gente paga más por lo que
en otros lados se paga menos. La idea de proteger todo, todo el tiempo,
vende desde el sentimiento pero no desde la razón.
El peligro de acostumbrarse al pasado
Desde el verano de 2012 con la recordada
DJAI, Argentina se inclinó al proteccionismo generalizado. Diferentes sectores
se acostumbraron a trabajar con poca o nula competencia extranjera, y una vez
que esto sucede es difícil que desde los propios sectores se quiera recorrer el
camino inverso.
Un ejemplo es el rubro tecnología y el
ecommerce. Una Sony PlayStation 4 se importa puesta en Puerto de Buenos Aires a
cerca de 300 dólares, luego paga 20% de derechos de importación y 0,5% de tasa
estadística y otros gastos de baja incidencia porcentual. Pero se vende en la
calle a 740 dólares más IVA. Si la compramos por internet la
pagamos 450 dólares (impuestos incluidos). En un mundo donde 17 de cada 100
personas compra por internet, algunos apuntaron contra el “puerta a
puerta” no por las cuestiones que tiene por mejorar- que las hay-, sino por el
peligro de competencia. Pero … ¿es el régimen de compras por internet el
problema?.
Otro ejemplo son las mediciones que viene
realizando el Observatorio
de Importaciones la Provincia de Santa Fe en
los últimos meses. Quiero decir que me parece sumamente interesante su trabajo.
Sin embargo, me parece que sería bueno una mayor claridad cuando se
divulga información sobre un aumento porcentual de
determinadas importaciones comparando 2015 (año en que aún teníamos
la DJAI como grifo regulatorio) versus 2016. En términos porcentuales los
valores dan la impresión de un armaggedon causado por una invasión de ovnis tripulados por chinos malvados que no es tal, y no faltan ganas de salir con la corneta y la
cacerola a la plaza; pero si los ponemos en contexto del mercado
(columnas E y F del cuadro ejemplo que dejo abajo) no es para tanto.
* Según Observatorio de Importaciones de
la Provincia de Santa Fe
Sería bueno que el Observatorio amplíe la
información que brinda, incorporando posiciones arancelarias, valor e
información más allá de 2015, por ejemplo. Aplaudo la iniciativa, y voto por
mayor claridad.
Para terminar
Dicen que el proteccionismo es el “hermano
feo” de la globalización. Mientras esta se relaciona con palabras como
interdependencia y comunicación, el proteccionismo se relaciona con
aislamiento, que viene del latín y significa “poner en una isla”. No es
exagerado imaginarse a Chuck Noland y Wilson arreglándose con agua
de lluvia y coco.
A la luz de la historia, hay un consenso
generalizado entre los economistas en que países que se cierran
empeoran -desde lo económico- a largo plazo. Lo dicho no significa que
proteger algún que otro sector sea, como medida (y no desde lo legal, toda vez
que OMC no permite prácticas desleales) una mala idea cuando
el contexto lo requiere. De hecho, no es novedad que los países más defensores
de la apertura económica tiran la piedra, agarran el sombrero y nos ponen la
cara del gatito con botas de Shrek.
Sino miremos el caso de los Estados
Unidos, primera economía mundial hoy y primer país en el ranking de cantidad de
medidas potencialmente proteccionistas de Global Trade Alert. En
otro nivel, India y Rusia, 7° y 14° economías del planeta, y pronosticadas
a ocupar el 3° y 8° puesto en 2030, son la segunda y tercer economía en
este ranking de proteccionismo. ¿Entonces?. Entonces proteccionismo sí como recurso,
pero no como bandera.
Nos vemos,
1 comentario:
Interesante el análisis. De cualquier manera, no sería tan temeroso. Y creo que el Observatorio tiene más de ideológico, que de impulsar el comercio. Proteger industrias ineficientes, o que simplemente abusan del consumidor, no puede ser una política de Estado. Hace más de 40 años, cuando aún era estudiante, un exitoso empresario italiano, radicado en la Argentina, me decía: "Los argentinos están equivocados; quieren venderle al mundo, pero no comprarle". Me quedaron grabadas esas palabras. Continuamos igual. Un falso nacionalismo.
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