Acabo de llegar de Ciudad de Panamá y La Habana.
Fui por trabajo, 4 días a Expocomer en Panamá, y una semana con visita a trading en La Habana.
Les dejo 6 tips
para exportar a Cuba y una reflexión sobre la vida en la isla, que no tiene nada que ver con comercio exterior (o si..).
Nos vemos...
Tips para exportar a Cuba
- Los barcos y aviones que van a Cuba no pueden
tocar suelo estadounidense antes, porque sino le decomisan la mercadería.
- Los barcos y aviones que van a Cuba no pueden
tocar suelo estadounidense después, porque no los dejan entrar.
- Las facturas de venta deben hacerse en euros,
preferentemente. Si se factura en dólares cuando Cuba paga, Estados Unidos le embarga el dinero.
- Hay que
armarse de paciencia para la negociación, los cubanos viven en cámara lenta.
- Las importaciones son monopolio del Estado, que
se asegura de esa manera, una administración controlada de los escasos dólares
y una reventa a bajo precio a la población de los productos de consumo. Ejemplo, si hay que importar leche, el MINAL (Ministerio de Alimentos de Cuba) solicita cotizaciones y realiza la importación. Se
autoriza a unas pocas empresas extranjeras proveedoras del Gobierno a tener
sede en la isla.
- Algunas empresas sufren represalias de Estados Unidos por vender a Cuba bienes finales o insumos. Muchos de los principales proveedores de Cuba están en China, Rusia e Israel.
Las principales exportaciones de Cuba son los
servicios: turismo y profesionales que trabajan en el exterior (por los que el
Gobierno percibe un porcentaje de sus ingresos). En cuanto a mercaderías, lo
principal es el níquel, el tabaco, el café y el ron. El azúcar ya no es tan
importante desde que en el mundo se consiguió extraer por otros medios (por
ejemplo, desde la remolacha).
La Habana, 20 años
después
Ingresar a La Habana produce una desorientación
inmediata, sobre todo después de venir de una ciudad cosmopolita y materialista,
en mi caso, Panamá. Necesitamos reorganizar ideas y acostumbrarnos a un mundo totalmente diferente a cualquier
cosa que pueda verse de la isla hacia afuera. Enseguida te das cuenta que estás
en el Aeropuerto de La Habana, cuando bajás del avión (único vuelo arribado a
esa hora) y te vas a esperar las valijas… pasan quince minutos y nada. De
repente: valija… nada de nuevo, transcurren otros 10 minutos: valija, valija…
otros 5 minutos de meditación y: valija. Es así hasta completar las de más de
cien personas. Inevitable… el tiempo es eterno en La Habana. No tenés wifi, la
señal del teléfono es mala o no tenés el roaming activado porque sabés que por el
excesivo precio que paga Cuba por el derecho de uso de satélites yanquis vas a
pagar la cuenta en lingotes de oro. No
hay muchos televisores en los comercios, nada de publicidad privada. Sólo vos y
el de al lado que tiene la mirada como si hubiese visto la luz mala… como vos.
Cada minuto te hacés más amigo de las personas que te circundan, volvés a la
verdadera comunicación, la que hemos perdido en las ciudades modernas. De
repente una mujer pálida con un idioma cerrado grita: “One hour to get my luggage!”.
Rápida, una trabajadora aeroportuaria replica: “We are sorry but this is La
Habana madame!. Me digo “Claro, no se
puede venir a La Habana y querer seguir viviendo como en el primer mundo (ni
como en el segundo o tercero), pero también yo tenía mucho por aprender.
A todo esto, hablo con un francés de al lado. Está
espantado, entiende menos que yo, pero habremos puesto una cara bastante parecida
cuando vemos dos perros zaparrastrosos entre la gente. Pero…”this is La Habana”.
Valija… Valija (es la mía), falta la mitad de gente, tuve suerte. Me despido,
siento la envidia en la nuca. Salgo a otro pasillo y veo a los dos perros
peludos cada uno atado con correa hasta las manos de dos policías. No eran
perros de la calle… this is La Habana, me repito una vez más.
Las calles son museos vivientes pero voy a
aprender que son nuestras ciudades (como dice la canción de Bersuit Vergarabat)
los “museos de grandes novedades”, porque La Habana es todo un avance en la
humanización de las relaciones humanas. En cualquier parte de La Habana, la
gente luce una felicidad mucho más evidente de la que hayamos conocido. Paro
lejos del “centro”. Si La Habana vieja es un museo, las lejanías son reliquias
misteriosas.
Recorrer una parte especial de esta ciudad desde
la comodidad de una “guagua”, es no conocer realmente. Lo mismo pero un poco
menos vale para otros medios de transporte. A la vuelta de cada esquina hay un
cubano dispuesto a conversar sin apuro, hay que andar a pie. Camino por Parque
Central, a una cuadra del Capitolio que es igualito a la Casa Blanca. Te das
cuenta que no es la White House porque te dicen en español “taxi?” y cuando te das vuelta ves un paisano en la
bicicleta con dos asientos con toldo detrás. Te mira serio, pero está tocando esa bocina que usan los payasos en
los autos tipo picapiedras de algunos circos. “No gracias” (inevitable reirse). Los traslados en el centro mediante uso de bici
taxi, “coco taxi” (motos metidas adentro
de una cápsula amarilla redonda, manejada por algún cubano de nombre raro tipo “Yusnavi”,
por US Navy), y el taxi amarillo (generalmente turista) no bajan de 5 CUC. CUC
es la moneda convertible 1 a 1 con el dólar, que el Gobierno impulsó para
seguir el rastro del dólar y poder recuperarlo. Hay servicios que se pagan en
CUC y otros en pesos cubanos, la moneda nacional (1 CUC equivale a 24 Pesos
Cubanos). Los negocios en CUC son
generalmente del Gobierno. ¿Cómo saber
cuál es cuál?. Preguntando. Si querés conocer más a fondo La Habana tenés que
salirte del “centro” (La Habana Vieja), “haceciendo botella” (hacer dedo) o
viajar como un cubano: compartir el viaje en taxis atípicos con gente de la
ciudad, a 10 pesos cubanos el viaje por persona de punta a punta, vayas adonde vayas (menos de 50
centavos de dólar o CUC) . Pero primero necesitás la varita de Merlin para
encontrar como “coger el carro”. Son generalmente autos de 1950 sin
identificación, de cualquier color. Es a ojo, si te parece que es un taxi,
entonces levantá la mano, así de simple. Si no es, probablemente te saluden con
un bocinazo largo o te lleven igual sin cobrarte. Tenés que conectarte de verdad, por medio de la palabra,
prender el wifi natural.
Los cubanos se hablan y se ríen con amplificador,
hablan de vereda a vereda, intercambian a los gritos opiniones de beisbol en
cualquier plaza en tono de pelea, pero no pelean, es su manera. Cualquiera que
ve un grupo de personas hablando así en Argentina piensa que están a punto de
cagarse a trompadas, pero acá no. Le ponen énfasis a todas las cosas de la
vida: la charla, la alegría, el sexo, la política. Son directos. Las mujeres son
como los hombres, saludan y hasta piropean. Los cubanos no pierden la
oportunidad sin decir lo que sienten, no tienen estrategias , son simples. El
cubano promedio se casó al menos dos veces. Me recuerda a Vargas Llosa:
Pantaleón y las visitadoras. El clima caluroso y la libido. No sienten culpa.
Mientras camino pienso: la máquina del tiempo ya
se inventó! , tiene parada en La Habana. Podés cerrar los ojos en la “Plaza
Vieja” y al abrirlos hace casi doscientos años o volver en cualquier calle a la
década de 1950. ¿Por qué?. Les cuento
resumidamente lo que aprendí leyendo de noche (la TV básicamente se divide en
noticias, novelas brasileras y deportes -99,9% beisbol-).
La historia cubana, comienza con algo familiar en
América. Colonización Española primero, casi hasta 1900, de la mano de un libertador (el
escritor y político José Martí). Al lograr la independencia de España, Estados
Unidos finge un hundimiento perpetrado por Cuba de un barco de su flota y
consigue introducir en la Constitución cubana la llamada “enmienda Platt”. En
pocas palabras La Habana debía pedir permiso para todo a Washington. A esta
etapa acá la llaman “de la neocolonia”. Los planes de Estados Unidos: generar
dependencia económica para después quedarse con la isla y construir un nuevo patio
de entretenimiento. Mientras la
neocolonia se desarrollaba, en Sierra Maestra un grupo de jóvenes comenzó a
planear la resistencia. El líder, un joven médico argentino de treinta y tres
años.. sí, el Che. Cada vez que suena “Hasta Siempre” en bares “top” como El
Floridita o La Bodega del medio, o en cualquier plaza u hotel,
hay europeos que siguen el ritmo de la canción con el dedo sobre la
mesa, latinos con la mirada perdida en la letra y hasta algunos argentinos con
escalofríos y con ojos brillosos. El Che
y muchos cubanos llevaron a Cuba a una nueva independencia en 1959, esta vez,
de los yanquis. Cuba vive su mejor época hasta la caída de la Unión Soviética
de los noventa. Desde ahí, se puso todo mucho más difícil. A esta etapa la
llaman “Período Especial”, y se extiende hasta nuestros días. Una etapa difícil
con bloqueo económico yanqui incluido, en el que el país trata de desentramar
la clave para el progreso (utópico?) en el socialismo sin el apoyo político y
económico de años anteriores.
Comunicarse por teléfono o internet es tan
difícil como mantener la comunicación directa en el mundo moderno. Estuve tres
días para comprar una tarjeta de 1 hora de internet por 10 CUC. En el hotel no
había así que tuve que hacer la cola en ETECSA, la Empresa de
Telecomunicaciones de Cuba, Sociedad Anónima. Los cubanos le cambiaron el
significado a la sigla: Empresa Tratando de Establecer Comunicaciones Sin
Apuro. El minuto de teléfono sale 3,50 CUC, una fortuna.
La discusión histórica: ¿Qué es mejor?
¿Socialismo o Capitalismo?. Después de haber hablado mucho con la gente, comprobé
que es infinita. Ambos modelos sucumben frente al otro en puntos fuertes, y la
elección de qué lado uno está es personal. El cubano promedio quiere irse de
Cuba a buscar dólares .. y volver!!!. Cualquier opinión aparentemente suelta te
puede llevar a esta charla apasionante. Me pasó ni bien llegué. Mi primer noche nos
topamos con una pareja en la vereda y no
tengo ni idea cómo pero en 15 minutos estábamos todos con sillas en círculo,
guitarras y ron con coca cola. Daniel,
cubano, músico, guitarra en mano tocó
muchas canciones propias. Yo, sin semejante talento le enseñé pocos temas de
Argentina (no conocen el rock argentino, no pega con el clima ni con la gente,
así que fue anecdótico). Su novia, Maité, española. Están juntos hace nueve
meses, él quiere emigrar pero no encuentra la manera económica (gana veinte CUC
al mes en una pasantía, que es lo mismo que veinte dólares, que le quedan para
ahorrar para viajes y compras “de lujo”), por fuera de la libreta de
racionamiento que se le garantiza a todos los cubanos. Se topa con las barreras
de otros países para darle residencia (especialmente España en este momento de
crisis económica). La discusión sobre socialismo surge sóla, y es inagotable y
apasionante. El vaso medio vacío: no hay muchas comodidades. El cubano suele
ver lo que no tiene y anhela lo que nosotros tenemos: consumir, tener más
dinero, viajar, tener su casa propia
(muchos viven en casa de los padres) y poder mantenerla bien (hay casas en
riesgo de derrumbre), etc. El vaso medio lleno: yo lo veo pero algunos de ellos
no tanto porque pocos han salido para poder comparar. Es fácil confundirse
desde un colectivo con el vidrio cerrado, nuestro cerebro dispara un “pobre
gente”. Pero no es la pobreza que nosotros conocemos. Además de salud
(antibióticos, consultas médicas, gratis y buenas), educación (índice ejemplar
de alfabetización y formación excelente y pública en todos los niveles),
seguridad y buena comida para todos (créanme que no hay un solo cubano con hambre),
hay algo mucho más profundo.
Estando en Cuba uno puede redescubrir lo que
hemos perdido como sociedad, y tener la experiencia de recuperarlo por unos
días. Los nenes son creativos, no juegan
a la Play, pero sí hacen carritos de madera y se tiran de a dos o de a tres en
las calles empinadas, juegan con maderitas, palos y piedras, se sientan a
hablar en la vereda y se ríen mucho, todo el día después de la escuela y cada bendito día de la semana. Los fines de semana, hasta la madrugada. Los
adolescentes juegan al dominó en cualquier parte, incluso en el medio de la
calle. No hay drogas en el pueblo cubano, porque no es un negocio para el
narcotráfico. Hacen lazos rápido, se comunican en forma directa, no usan redes
sociales, comparten la mesa en familia, no hay wifi (salvo para los turistas en
pocos hoteles y a un precio altísimo), no llega la TV vulgar y si llega la TV
yanqui (o sea que están informados del mundo por su principal enemigo). Gracias
y por favor son palabras habituales. En resumen, un oasis de virtudes, en el
desierto de la modernidad. Lo primero que tiene muy bien embellecido el ser
humano en Cuba es el alma. Es como un shock, hay que readaptar la cabeza a algo
inimaginable.
Si querés hacer un poco de playa, no hace falta
irte muy lejos. Hay lugares increíbles a veinte minutos como Santa María o El
Cayito, los colectivos salen de la plaza. Playas a las que van los cubanos el
fin de semana. Nada que envidiarle a Varadero.
Hace veinte años había pisado Cuba por última
vez, pero por primera vez puedo decir que fui. Es que llegar a esta isla y
comprar un paquete all inclusive por una semana es una pifia. Ya me estoy
llendo, y la lección más importante que me llevo es sobre la economía de la
felicidad. Los cubanos son eficientes en felicidad. Es cierto, hay muchas cosas
por mejorar aún y ciertamente no creo que alcancen un gran crecimiento
económico porque falta la zanahoria que mueve la voluntad del hombre para el
progreso económico. Pero sí sé que ese mismo incentivo en algún punto destruye otras cosas de las sociedades
modernas y vuelve al hombre mucho más egoísta y encerrado en sí mismo. Me suena
dentro la voz del Indio Solari… “vivir... sólo cuesta vida”.
4 comentarios:
Gracias por la reflexión de tu viaje Diego, da mucho para pensar. Sobre todo me quedé con el uso bueno y malo de la tecnología, nos acostumbramos a que todo sea tan rápido que ni nos miramos, las comunicaciones ya no son tales si no nos tomamos el tiempo para reflexionar y juzgar como vos pudiste hacerlo con tu viaje. Respecto a lo de capitalismo vs. socialismo te dejo para reflexión un lema de hace unos años del meeting de Rimini: "Las fuerzas que cambian el mundo son las mismas que cambian el corazón del hombre"...
Cariños para vos y tu flia.
Marcela.
Gracias a vos Marcela. Me encantó la frase, creo en eso...ser el cambio que queremos ver.
Genial el post Diego. Soy cubano, y has hecho una fotografía a todo color de mi sociedad. Los cubanos no vemos todo tan así como lo has dicho, pero supongo que para eso tenemos diversidad :)
Muchas gracias por dedicarle tus palabras a mi isla, y aquí tienes otros cubano dispuesto a conversar de política, salsa y baseball ;)
Gracias Hedel. Me enamoré de Cuba. Me pasó que lei hace poco un libro; El Rojo, en la pluma del loro... y me metí de nuevo con la imaginación en La Habana vieja,,, imposible no extrañar.. pero por suerte vuelvo en poco tiempo! un abrazo, Diego
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